
La gran mentira de ese término de la zona de confort es que no estás cómodo. Esa zona se debería llamar más bien la zona de la costumbre, porque eso es cómo estás ahora, acostumbrado o acostumbrada a la situación en la que vives. No estás cómodo, lejos de eso no estás feliz, pero sí estás acostumbrado a padecer de alguna enfermedad, te acostumbraste a tu situación financiera, a tener deudas, te acostumbraste a esa relación que te hace daño, a que no te valoren, a ese trabajo aburrido. Es justo eso: estás acostumbrado.