La queja universal de la mujer cristiana soltera de hoy es que: no hay hombres. No hay hombres porque los que hay se comportan como niños al momento de acercarse a una mujer. Cuando lo hacen, no consideran las emociones ni el corazón de la mujer a la que se acercan, y de ahí se derivan muchos casos de daño emocional, traición, confusiones, etc. Como hombres estamos llamados a guiar, liderar y amar a las mujeres a nuestro alrededor. Nuestra generación de cristianos jóvenes no han logrado entender que al momento de acercarnos a una mujer, debemos hacerlo considerando sus corazones. La pregunta es: ¿Cómo protegemos el corazón de las mujeres a nuestro alrededor?