
Más de 3,000 años nos separan de la época en la que vivía Rut, la moabita. Debido a su vida tan simple, primero como una joven pagana y después como judía convertida, pudiéramos creer erróneamente que hay muy poco que aprender de ella. Después de todo,
¿No hemos avanzado mucho desde entonces?
Puede, incluso, que le tengamos lástima.
Se había casado a una edad tan tierna y luego fue subyugada a una vida de servidumbre, sin la oportunidad de encontrar sus propios sueños, cautiva por los papeles prescritos de su género dentro de su sociedad anticuada.
No obstante, la vida de Rut nos enseña lecciones valiosas que trascienden tanto el tiempo como la geografía.