
La oposición al imperio de Agustín de Iturbide surgió de inmediato. La mayoría borbonista en el Congreso había exigido traer a Fernando VII o a un miembro de su casa dinástica. Por su parte, los antiguos insurgentes querían una república.
Ante dicha oposición, Iturbide mandó apresar a los diputados republicanos, acusados de conspirar contra el Imperio.
Tal acción desató levantamientos exigiendo la liberación de los diputados. Había una mayoría de borbonistas que se opuso sistemáticamente al emperador, razón por la cual éste disolvió al Congreso. Ante estos hechos, los antiguos insurgentes exigieron su reinstalación con las armas en la mano.