
Esto no se aplica a todos los casos, pero sí cuando ves que esa persona que está supuestamente en posición de autoridad, hace lo que le da la gana. No le tengas miedo de tratarle de tú, ni de demostrarle con razones que se equivoca, sin ser áspero, sin ser duro. No le otorgues el beneficio de la hostilidad: simplemente hazle saber que lo consideras un igual. Y si se pone a luchar, déjalo solo en su campo de batalla.