
Jesús estableció un mandamiento nuevo sobre el amor verdadero, presentado en tres niveles: primero, amar al prójimo como a uno mismo, según la ley antigua; segundo, amar como Dios nos ama, incluyendo incluso a los enemigos con un amor sacrificial; y tercero, enfocarse en amar especialmente a los hermanos en la fe, pues nuestras acciones hacia ellos son como si fueran hechas para Jesús. El mensaje concluye advirtiendo que, si no amamos a nuestros hermanos, nuestra fe está engañada, e invita a reflexionar sobre cómo vivimos este amor en nuestra vida cristiana.