
El amor no es una promesa ni un destino; es un acto de fe entre dos almas que se atreven a sentir más allá de lo desconocido. No basta con percibirlo en la piel o en el alma, como tampoco se trata de convencer, sino de coincidir con quien también busca fundirse en un mismo latido. El amor es el marco donde dos almas se encuentran, se reconocen y se entregan.