
Jeremías 7:1–8:3 es el “discurso de la puerta del templo”. Dios envía a Jeremías a confrontar a Judá: su falsa seguridad en el templo y en ritos vacíos ha tapado Su voz. El Señor exige arrepentimiento real que se vea en justicia con el prójimo y abandono de la idolatría. Si persisten, vendrán juicio, desolación y exilio; incluso el culto se vuelve ofensivo cuando no hay obediencia. Aun así, Dios busca un pueblo que escuche, se humille y produzca fruto digno de arrepentimiento.