
Hace muchos siglos, vivía un papa en Roma que había cometido muchísimas faltas y se sentía abrumado de sus culpas.
Cuando el paciente sintió que ya se acercaba la hora terrible de la muerte, mandó llamar a todos los Cardenales, Obispos, y a las demás personas bien instruidas.
¿Qué consuelo me podéis dar ahora que me voy a morir; y parece que merezco la condenación eterna por mis múltiples pecados?Entretanto, el papa moribundo fallecióSúbitamente, el alma del papa difunto apareció en forma corporal, ante los ojos del Cura que todavía continuaba orando.
Y le dijo, mientras que tú rezabas esta 1era oración, muchos de mis pecados fueron borrados de mi alma. Se desprendieron así como gotas de lluvia que caen del Cielo.Libro de Oraciones La Pieta