
En este episodio de El Niño Interior, vemos nuestro corazón como una mina de oro. Vamos cavando poco a poco hasta que descubrimos nuestro verdadero yo, dejando atrás los mecanismos de defensa, los temores, los miedos, las adicciones y siendo cada vez más la persona que Dios nos dijo desde su eternidad que somos.