A los 16, el activismo me llevó a desafiar este sistema. A los 20 entendí que la transformación no podía ser solo externa. A los 28 descubrí tradiciones como el tantra no dual, que guardaban la memoria de lo que fuimos antes de la desconexión. Llevo 14 años sosteniendo espacios de bioenergética: un camino que atraviesa el cuerpo, la energía y la historia. No todas las terapias ni espiritualidades tienen que fabricar seres dóciles y funcionales al sistema. Hay una espiritualidad que no se arrodilla. Si intuyes que existe otra forma de vivir: Atrévete a volver a ser salvajemente humano.