
La salida a este problema que ha crecido por años no es fácil. Aunque la regulación de la coca y marihuana resuena por los pasillos del Capitolio Nacional, se trata de un conflicto con muchas aristas. Pero algo es claro: están demostrados los diferentes usos al ilícito que tienen los cultivos, y hay comunidades enteras dispuestas a apostar por ello. Hallar alternativas a la economía ilegal y reforzar la presencia estatal representa una reducción del conflicto y vida digna a sus cultivadores.