
Había algo extraño en ese lugar, algo que siempre lo había incomodado. A lo largo de los años, había escuchado historias de otros agentes, relatos que nunca compartían abiertamente, sino susurrados alrededor de las fogatas, historias sobre cosas que no debían estar allí. Objetos que no tenían sentido en medio del bosque.
De pronto, lo vio.
A unos metros frente a él, más allá de un claro donde la luz parecía desvanecerse, se erguía una escalera. No tenía barandilla ni señales de desgaste por el tiempo. Era una estructura perfectamente formada, de unos veinte peldaños, construida como si alguien la hubiera colocado deliberadamente allí... pero sin llevar a ninguna parte. Solo se alzaba en medio del vacío, absurda e inquietante.
Sin apartar la vista de la estructura, se acercó sigilosamente y lo notó. Al pie de la escalera, sobre la hierba húmeda y oscura, había una huella. Fresca.
No estaba solo.
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