
La dificultad de dejar ir radica en el fuerte apego emocional que sentimos hacia lo que estamos soltando. Puede ser una relación que una vez nos dio alegría, pero que se convirtió en una fuente de dolor. Puede ser una amistad que ha perdido su significado o una situación que ya no se ajusta a nuestro camino de vida. En cada uno de estos casos, soltar es como desgarrar una parte de nuestro ser, un proceso que a menudo se ve acompañado de emociones intensas, como la tristeza, el miedo y la nostalgia.