
Hijos maestros y padres aprendices, gracias a nuestra descendencia podemos recordar y recuperar una forma de vivir que nos reporta felicidad, bienestar y autenticidad. Educar a los hijos es un gran reto y, además, si somos observadores y empáticos, puede aportar a los padres interesantes enseñanzas y recordarles ciertas facetas olvidadas de su infancia que conviene mantener en la edad adulta, como la espontaneidad, la curiosidad, la capacidad de sorpresa, la inocencia o la confianza.