
En la sociedad actual muchos presumimos y hacemos alarde de ser libres. Pregonamos ser autosuficientes y con derecho a hacer y decir lo que queramos apelando a nuestra libertad. Sin embargo, basta que alguien nos ilusione prometiendo el cielo y las estrellas para desdibujarnos. Una noticia aterradora o un futuro desesperanzado son suficientes para perder la cordura. Cuando esto sucede empezamos a actuar como borregos: nos adentramos en la manada ciegamente sin pensar ni cuestionar. Es sorprendente que protestemos enérgicamente al insinuar que somos ovejas cuando en realidad nos comportamos como borregos.