
Tristemente la violencia doméstica es una plaga que ha inundado nuestra sociedad y lamentablemente la iglesia no es inmune a este terrible problema. Esta violencia es un patrón de comportamiento destructivo por el cual un miembro de la familia abusa físico, emocional, sexual o financieramente a otros en la familia. Como cristianos tenemos que detectar y poner un alto a este problema y ayudar a las victimas a salir de esta situación.