
A pesar del viento en contra y el desierto uno puede florecer, hoy les relato lo que Dios me enseño en su palabra en un jardín que estuve visitando. Al igual que Israel en el desierto, el Señor nos prueba a mantenernos arraigados en Él, solo él provee lluvias. Amamos las lluvias pero no al dador de ellas.