
Terror y democracia social, dictadura del Comité de Seguridad Pública y politización extrema de los ciudadanos. Violencia y Revolución Cultural, el período desde la muerte del rey hasta la de Robespierre ha dado lugar a interpretaciones divergentes. El aumento de los peligros, tanto internos como externos, conduce a una política excepcional. La toma del poder por los Montagnards y el establecimiento del terror coincidieron con el intento más radical de implementar la regeneración prometida desde 1789. Una vez más, la historia se muestra paradójica, rebelde al panegírico, reacia a quienes, debido a una fe pueril en el progreso humano, siempre están dispuestos a sacar el sahumerio, a emplear el ditirambo, y a concluir con un final feliz, apologético y ejemplar. En este caso, como en otros muchos que lo precedieron y siguieron, los indudables avances sociales llegaron envueltos en exacciones, arbitrariedades, fanatismo, furor, dolor y derramamiento inútil de sangre.