
El uso de las papilas dactilares fue por primera vez objeto de un estudio científico por el antropólogo inglés Francis Galton (1822-1911), quien publicó sus resultados en el libro Huellas dactilares (1892). Los mismos verificaron tanto la invariabilidad de las huellas digitales a lo largo de toda la vida de un individuo, como su carácter distintivo aun para gemelos idénticos. Los estudios de Galton estuvieron orientados a la determinación de las características raciales hereditarias de las personas (sobre las que las huellas digitales no podían dar información) y determinó algunas características de las huellas que todavía se usan hoy en día para su clasificación. Basándose en ellas, Galton propuso su utilización para la identificación personal en reemplazo del inexacto sistema Bertillon, entonces en uso.
Los 40 rasgos propuestos por Galton para la clasificación de las impresiones digitales fueron analizados y mejorados por el investigador de la Policía de la provincia de Buenos Aires Juan Vucetich, a quien el Jefe de Policía de la Provincia de Buenos Aires Guillermo Núñez, le había encomendado sentar las bases de una identificación personal confiable.