Este mensaje no viene a acariciar el alma, sino a sacudirla para despertar a un llamado más alto por parte de Dios. Cuando el Padre corrige, no lo hace para destruirnos, sino para formarnos como Sus verdaderos hijos. Hebreos 12:8 es claro; una iglesia sin corrección pierde su identidad, pero una iglesia que acepta la disciplina ¡adquiere propósito y es capacitada por Quien le corrige!
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