
De vuelta en casa, la misma de siempre, en la misma cuadra, con los mismos habitantes. Han sido horas muy intensas, repletas de encuentros, rostros, risas y oración. Después de la misión todo se ve con ojos nuevos. Quisiera poder quedarme en silencio un rato. Dejar que decante todo lo vivido. Pero que la alegría y la espontaneidad se queden conmigo. Para siempre.
Te invitamos a ponerte los auriculares, cerrar los ojos y reflexionar después de este tiempo de misión.