
No hay registros. No hay fotos. Solo relatos sueltos, contradictorios, casi imposibles de comprobar. Y sin embargo, en distintas partes del país, distintas personas dicen haberlo conocido.
Perkins.
Un niño —o algo que parecía uno— que aparecía siempre antes de una desaparición. No gritaba, no amenazaba. Solo preguntaba con una calma desconcertante:
—¿Querés seguir creciendo?