
En plena crisis emocional, usualmente mis pacientes me preguntan, cuando ya logran ponerle nombre al problema que están enfrentando: y ahora, ¿cómo salgo de esto? Es una buena pregunta; pero siempre hay una pregunta mucho más retadora, que esa y es: ¿cómo llegué ahí? ¿Cómo llegué a este punto de mi y en mi vida?