Después de las fiestas, las celebraciones, las reuniones familiares y las compras, comienza un nuevo año y junto con este, una nueva etapa llena de incertidumbre. El fin de las celebraciones nos obliga a hacer una pausa y a enfrentarnos a la realidad de lo que hemos gastado, hemos comido, lo que no hemos logrado y lo que nos falta por hacer además de tener que regresar a una normalidad que, aunque nueva, no deja de recordarnos que la fiesta ha terminado. En pocas palabras, llega el momento de volver a la rutina y al nuestro día a día. Todo esto, según investigaciones, hace de enero uno de los meses más tristes del año.