
Uno de los ministerios esenciales en el propósito histórico y eterno del evangelio, es el apostolado, pues Jesús mismo, es llamado; Sumo Sacerdote y Apóstol de nuestra profesión (Hebreos 3:1), es decir, El, es el autor y concretador de la carrera de fe, que debemos desarrollar basados en la palabra del Eterno Dios, ya que este ministerio tiene como fin: Diseminar la semilla del evangelio, establecer el reino de Dios por medio de su palabra, testificar a cerca de la resurrección de Jesucristo, con señales y prodigios en el Espíritu y lo mas importante, fundamentar la vida espiritual de la iglesia, en la sana doctrina de los apóstoles, aquella que hemos recibido por medio de las cartas apostólicas, que tenemos, en lo que se conoce hoy en día como: El Nuevo Testamento, doctrina que hoy tuercen los falsos maestros apoyados en una teología herética, y falsa, vanagloriándose en su popularidad, en títulos y reconocimientos de hombres y de organizaciones religiosas, se hacen demagogos religiosos, que argumentan enseñanzas contra la sana doctrina y contra el propósito del Espíritu Santo, en la iglesia de Jesucristo.