
El ayuno de 40 días simboliza dedicación, purificación y preparación espiritual. Moisés se preparó para recibir la ley divina, Elías renovó sus fuerzas para continuar su misión y Jesús enfrentó la tentación para iniciar su ministerio con poder y autoridad. Estos ejemplos nos enseñan que el ayuno es un medio para buscar una comunión más profunda con Dios.