En esta poderosa predicación, Miguel Díez nos recuerda que la verdadera fortaleza no se encuentra en nuestras propias fuerzas, sino en Cristo. A través de su testimonio de debilidad y enfermedad, nos enseña que Dios permite el quebranto para mostrarnos su poder y darnos la victoria en medio de la batalla espiritual. Vivimos tiempos peligrosos, donde el enemigo busca destruir la fe y la integridad de los creyentes con trampas de orgullo, pecado y engaño. Pero la Palabra nos anima a guardar la fortaleza interior, a ceñirnos con la verdad, a vigilar nuestro camino y a depender del Espíritu Santo. Solo así podremos amar a Dios con todo nuestro ser y perseverar en santidad. Este mensaje es un llamado a levantarse en el poder de Cristo, a renunciar a la autosuficiencia y a caminar firmes en la fe.

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