
Cristian creció sintiendo que la fe era solo de domingos, sin impacto real en su día a día. Tras la separación de sus padres y la muerte de su mamá, vivió etapas difíciles con distintos familiares. Aunque el dolor lo llevó a sentirse solo, fue gracias a sus tíos que comenzó a conocer quién era Jesús y a descubrir al Padre cercano y amoroso. Los hombres que lo rodearon lo lastimaron, pero Dios ha transformado su corazón para perdonar y verlos con misericordia. Hoy, con su esposa, sus hijas y una familia unida por el amor de Cristo, reconoce que el Señor ha cuidado de él en cada momento de su vida.