
Todos (o casi todos) nos hemos visto envueltos en situaciones amorosas que no culminan como nos hubiese gustado, que el formalizar lo que existió nunca sucede y nos quedamos con mil dudas en la mente; en el mejor de los casos esas dudas se van gracias a la comunicación.
¿En verdad no hay peor desgracia que extrañar lo que nunca pasó?