Estamos conectados, eso es un hecho. Somos seres sociales, después de todo. Las redes que entrelazan a los países y a sus gentes ya no tienen límites. Nos atraviesan, diariamente, dinámicas de poder que son globales y que afectan la economía, el comercio, la política y el tejido de la sociedad en la que vivimos. Las fronteras significan mucho menos que antes y las distinciones culturales se difuminan. Los McDonalds dejan sin empleo a las sodas y cafeterías, el celular que estás usando podría tener partes de cualquier región del mundo, y podemos hacer amigos virtuales en Montreal o en Bagdad. La globalización nos rodea en cada paso que damos, no sólo en el mundo de la política, sino que en cada faceta de nuestra vida. No podemos escaparle, pero ¿cómo vivir con ella?