
No fue en Bali, ni en un retiro de silencio, ni leyendo libros de autoayuda con portadas pastel.
Fue en un pipicán.
Entre columpios, jubilados y conversaciones sobre pienso, descubrí que la paz interior a veces huele a césped mojado… y a perro feliz.
Spoiler: la iluminación no llega con incienso, sino con una bolsa de caca en la mano.
Diez minutos de verde, cero notificaciones y una Westie que pasa de todos: mi nueva terapia low cost.
Bienvenide a Podría ser PeOr, el podcast que demuestra que no hace falta ir a las Maldivas para relajarse… aunque, si alguien invita, tampoco digo que no.