
Dice la Escritura: Jesucristo es el mismo de ayer, y hoy, y por los siglos. Hebreos 13:8. La certeza y la convicción de cada uno de nosotros se debe anclar en la fidelidad del carácter de Dios. Primeramente Dios es fiel a sí mismo y a su palabra, y como resultados somos los beneficiados.