
Hay días en que no necesitamos hacer mucho… solo detenernos un momento y permitir que Dios nos hable en lo sencillo.
En el murmullo del amanecer, en el aroma del café recién hecho, Él nos recuerda que Su presencia está en cada detalle.
Café con Dios no es un lugar de respuestas rápidas, sino de encuentro.
Un espacio para respirar, soltar el peso del día y dejar que la paz de Cristo renueve el corazón.
Aquí no corremos con el reloj, caminamos al ritmo de Su voz.
Porque a veces, lo más espiritual que podemos hacer… es simplemente sentarnos, escuchar y dejar que Él nos abrace.