
En este capítulo de Pingüinos en la Cama, nos remecemos con los cambios violentísimos de ritmo del gran Big Boy. Nuestro corazón se rompe cuando extraña con una melodía suave a su amor perdido y luego nuestro tímpanos también se resquebrajan cuando comienza un frenético cacareo de metralleta para explayar sus sentimientos.