
Cuando Fernando era niño, visitó unas ruinas en las que las pinturas de aquel lugar lo cambiaron para siempre, toda su vida se preguntó sobre la magia y la energía del universo y creció rodeado de ese misterio con el que todos crecimos cuando nuestros abuelos nos contaban historias. La litografía lo atrapó e hizo de ella y del grabado sus cómplices en este camino hacia el arte y la cultura. Desde Tamazulapam, Oaxaca, charla con nosotros y acompáñanos con un café de olla y mucha gráfica por delante.