
Cuando lo físico no logra llenarte por completo, es porque solo Dios puede ocupar esos vacíos que nada en este mundo puede satisfacer. Fuimos creados en Su presencia para vivir con Él por la eternidad, y cuando descubrimos nuestro propósito, no hay mayor gozo que servir a otros y dar a conocer a Jesús, quien conquistó nuestro corazón en la cruz del Calvario.