No puedes dar a otros lo que no tienes. Has intentado amar, perdonar y ser una mejor versión de ti, pero tienes tantas heridas en tu corazón que tu dolor está hablando por ti. Recuerda que la gente lastimada siempre terminará lastimando a otros. Estamos viviendo en medio de una generación enfocada en sus propios intereses. Donde el amor se ha enfríado y el corazón endurecido por el dolor, la falta de perdón, el rechazo y la amargura predominan. Una de las mayores razones de esto, es que muchas personas han permitido que las raíces de dolor a causa del rechazo crezcan en sus corazones. Probablemente depositaste tu aceptación en personas que jamás te aceptaron. Sino que al contrario, te rechazaron y lastimaron. ¿Y sabes algo? Siempre habrá alguien que te rechazará o no le agradarás. Hasta Jesús, siendo perfecto, fue rechazado y traicionado. Por eso, ya basta de vivir para otros y empieza a vivir para agradar a Dios. No necesitas la aprobación de otros para ser feliz. Jesús defiende tu dignidad. Jesús nunca te rechazará. Él fue el primero en aceptarte. No por tu conducta, sino por su gracia. No porque tú lo merecieras, sino por su naturaleza: ¡Él es amor! Y de la misma forma como Él nos modeló amor, así debemos actuar y caminar nosotros. Deja de rechazar a otros y empieza a aceptar y extender misericordia. Probablemente la única Biblia que mucha gente lea es tu propia vida. Así que pensemos: ¿Cómo estamos modelando el amor de Cristo? ¡Aceptemos a otros como Jesús nos acepta! No necesitas hacer que la gente se sienta culpable. Las personas no necesitan que le recuerdes lo malo que hizo. No necesitan culpa ni condenación. ¡Necesitan amor! Porque siempre: Amar Cura.