
2 Crónicas 32:20-23 Ezequías y el profeta Isaías oraron con fe ante una gran amenaza. Dios escuchó y respondió enviando un ángel que destruyó al ejército enemigo. La victoria no vino por fuerza humana, sino por confianza en Dios. Como resultado, Jerusalén fue honrada y muchos trajeron ofrendas a Jehová. Esto demuestra que la fe activa el poder de Dios y trae honra a Su nombre