
En este emocionante pasaje, Juan Antonio Cebrián nos lleva al enfrentamiento final entre dos figuras legendarias del Viejo Oeste: el sheriff Pat Garrett y el forajido Billy el Niño. Una historia marcada por la amistad rota, la persecución incansable y la frontera entre la ley y la leyenda.
De conocidos a enemigos
Cebrián recuerda que Pat Garrett y Billy el Niño se conocían bien. Sin embargo, cuando Garrett fue nombrado sheriff del condado de Lincoln, su deber se convirtió en atrapar al joven pistolero que ya era buscado por varios crímenes. Así comenzó una cacería que culminaría en uno de los episodios más famosos del Oeste.
La captura y la fuga
En 1880, Garrett logró capturar a Billy, quien fue juzgado y condenado a la horca. Pero el Niño, fiel a su fama, protagonizó una de sus fugas más espectaculares al matar a dos guardias y escapar de la cárcel de Lincoln. Una vez más, el mito crecía.
El encuentro en Fort Sumner
La persecución terminó la noche del 14 de julio de 1881, en Fort Sumner, Nuevo México. Allí, Garrett sorprendió a Billy y le disparó a quemarropa. Tenía solo 21 años. El sheriff cumplía con la ley, pero quedaba marcado por haber dado muerte a un muchacho convertido en leyenda.
Entre historia y mito
Cebrián subraya cómo, desde aquel día, Billy el Niño dejó de ser un simple forajido para convertirse en mito universal, mientras Pat Garrett quedaba relegado a la sombra, recordado más como el hombre que mató al Niño que por cualquier otro logro.
Un relato donde la frontera entre justicia y tragedia se desdibuja, y donde la leyenda del Oeste se forja a sangre, pólvora y memoria.