
En este capítulo nos preguntamos cómo cambian las organizaciones cuando entran los agentes de IA. Pasamos de la lógica jerárquica del organigrama (poder y control) a un “trabajograma”: un mapa vivo de tareas, flujos de valor y relaciones cliente–proveedor entre personas y agentes. Hablamos de lo que esto implica para el liderazgo (menos temor, más colaboración, desarrollo y priorización), los riesgos de quedarnos solo en la “tarea” y perder vínculos (capital social, aislamiento), y por qué herramientas como ONA ayudan a ver la influencia real más allá de los cajones del organigrama. Cerramos con una idea guía: cuanta más tecnología metamos, más humanos debemos volvernos—diseñando trabajo que conecte, mida y fortalezca los lazos y la co-creación humano-IA.