
El Señor Jesús sanó a un ciego, y entonces los fariseos comenzaron a interrogar primero a los padres del que había sido ciego y luego al ciego porque ellos habían determinado que cualquiera que confesara que Jesús era el mesías sería expulsado de la sinagoga.
Cuando interrogaron al que había ciego había sido ciego los fariseos dijeron que Jesús era un pecador, y el que había sido ciego contestó que no sabía si era pecador o no, pero que lo había sanado y que además él creía que Dios no escuchaba a los pecadores pero que si alguien era temeroso de Dios pues Dios lo escuchaba. El resultado de esta confrontación fue que echaron al joven que fue sanado de la sinagoga.
Después de esto el Señor Jesús se le acerca al que había sanado y le pregunta que si cree en el hijo de Dios, el joven dice que quien es el hijo de Dios para creer en él, Jesús le dice que es él, y el joven dijo: Creo, Señor y le adoró.
Luego los fariseos comenzaron a discutir con Jesús y él les dijo:
Juan 10:1–3 De cierto, de cierto os digo: El que no entra por la puerta en el redil de las ovejas, sino que sube por otra parte, ése es ladrón y salteador. 2Mas el que entra por la puerta, el pastor de las ovejas es. 3A éste abre el portero, y las ovejas oyen su voz; y a sus ovejas llama por nombre, y las saca.