
Aristóteles dijo que un dios nunca podría ser amigo de los hombres. Jesús rompió esa lógica: se hizo nuestro amigo, nos igualó y nos unió alrededor de la mesa.
Descubrí cómo la Cena del Señor transforma, iguala, une y anuncia esperanza hasta que Él vuelva.