
Si hay un momento difícil para mirar más allá de nosotros mismos, ese momento es cuando nos encontramos bajo presión. La enfermedad, la escasez, el agotamiento, la tristeza profunda, el estrés, el temor... momentos y vivencias que nos apretan y que desvían nuestra mirada, nos pueden desenfocar y hacernos sentir perdidos. La última noche de Jesús, la presión era muy alta para él. Sabía lo que venía a continuación, y aun así, observamos en él un acompañamiento de Pedro en mitad de su propia presión personal del que podemos aprender muchas cosas.