
Es el tiempo de levantarnos como líderes atractivos, líderes que modelen lo que Dios ha hecho en nuestra vida. Debemos aprender a liderar con un corazón genuino y correcto, sin intenciones ocultas que solo velen por nuestro propio bienestar. Un liderazgo atractivo siempre será aquel que se entregue por los demás.