
Cuando las circunstancias te superan y el miedo amenaza con paralizarte, recuerda que no estás solo.
Este episodio te enseña, a través del ejemplo del rey Ezequías, que el verdadero valor nace de una buena actitud y una fe firme en Dios. Porque cuando sueltas el control y dejas que Él actúe, el temor se desvanece y el milagro comienza.