
Luc Besson un día se levantó y dijo "Yo también quiero sacar mi versión de Drácula" y salió un vampiro más consumido por el amor y las cursilerías que el mito original de Bram Stroker. La invasión de los vampiros en el cine reciente y un estilo irregular hace que esta película solo quede de interesante sin ejecutarse bien. Lo intentó pero las buenas intenciones no bastan.
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