
La personalidad es, probablemente, una de las áreas de la psicología que más nos intriga y genera curiosidad tanto a las personas en general como a los propios psicólogos. Nos hemos acostumbrado a pensar en ella como algo inamovible, una esencia que forma parte de nuestra identidad y que llevamos con nosotros desde que nacemos hasta que morimos, que nos define durante toda nuestra vida y de la que no parece que nos podamos desprender. Es nuestra brújula interna, la que nos dice cómo somos y cómo debemos comportarnos.
Pero, ¿cuánto de rígida es esa brújula? ¿Cómo de arraigada está nuestra personalidad, impresa en nuestra naturaleza? ¿Podemos escapar de quienes somos? ¿Podemos transformar quienes somos?