
Con una danza macabra de fondo, su techo era el cielo y su suelo la tierra, al esqueleto no le gustaban los desastres pero reconoce que la vida tiene sus momentos arriesgados bailaba en ocasiones al ritmo de la danza macabra de Saint Saëns, rodeados de esqueletos diminutos que bailan, saltan y revolotean en el más allá. Viajamos con todos ellos en unas merecidas vacaciones de lo cotidiano para danzar y disfrutar con todos ellos entre risas de hienas seguiremos los consejos que se brindan a los recién fallecidos para no dejar de bailar en el intento de disfrutar del descanso eterno.
Todos estos escenarios fúnebres y festivos al mismo tiempo, solo pueden presentarse en el texto seleccionado de Leonora Carrington para este cuanto episodio de la tercera temporada de Niñas a Dormir.