
En México, la industria del transporte está creciendo en ventas, pero no en operadores. Nadie quiere ser chofer. ¿Por qué? Porque salir a carretera es prácticamente una ruleta rusa. La inseguridad está fuera de control, los robos se concentran en el centro del país y los delincuentes traen mejor tecnología que los transportistas. Para colmo, no hay inversión en nuevas autopistas y las vías que existen no están diseñadas para carga pesada. Muchos le temen más al Ministerio Público y a los corralones que a los propios ladrones. Mientras más unidades se venden, menos gente quiere subirse a una. Esto no es un problema del futuro, es México hoy.